martes, 12 de julio de 2011

A mi Soledad




Soledad, se mi amiga,
y tu melancolía, mi amante.
Vayamos y perdámonos
en la oscuridad de la noche.
Dejemos que la Luna sea nuestra lumbrera
hasta que el Sol nos extinga con su fuego.
Alimentémonos de sueños y falsas esperanzas;
levantemos flores del campo, aspirando su aroma,
aroma a fantasías, mezclándolos con el verdor de las ilusiones.
Corramos por el campo entre las espigas doradas,
brillantes como el oro,
doradas que ilumina mis días,
lanzando su calor sobre mi frágil cuerpo.
Las nubes están cargadas,
mojémonos en la lluvia,
y que ella sea nuestra alegría.
Dejemos que las gotas caigan sobre nuestro cuerpo
y resbalen lentamente hasta el suelo.
Vamos, busquemos un refugio,
encerrémonos los tres, ocultándonos del mundo,
exiliándonos del exterior.
Sumerjámonos en lo más profundo de nuestro ser
donde nadie nos vea,…
donde nadie nos toque,…
donde nadie nos dañe,…
Aguardemos ahí apaciblemente
hasta que la Esperanza aparezca
y toque a nuestra puerta.
Hasta que los falsos sueños se extingan,
y las vanas ilusiones desfallezcan.
Durmamos un momento,…estoy cansado,…
muy cansado,…quiero soñar.
Quiero soñar dormido, mas no despierto.
Sueños ven a mí, y posee mi mente,
mi alma y mi cuerpo,
como si fueras un espíritu.
Hazme soñar,…dormir,…descansar,…
Sueño,…¿Dónde estás?.
Ven y disipa mi soledad.
                                      Arturo Castillo.

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