Al igual que las naturaleza las personas debemos pasar por cuatro etapas en la vida. Al nacer y empezar a crecer somos como la primavera donde los retoños nacen y empiezan a verse los primeros síntomas de vida. En lo emocional empezamos a llenarnos de ese verdor de esperanza y sueños que nos acercan al inicio del verano para estar llenos de vida, atrayendo hacia nuestras ramas a todo aquel que desee cobijo y sombra y todo aquel que desee saciarse de nuestros frutos. Florecemos en ideas, madurando en pensamientos, llenando de vida el lugar donde nos posemos. Posteriormente llega el otoño, donde como los arboles dejan caer sus hojas marchitas, así dejamos ir nuestras vagas ideas, desechando todo viejo concepto, ideas, costumbres para dar cabida al invierno, que nos abrazo con su fuerte frío permitiéndonos madurar sobre todo aquella que perdimos, todo lo que hemos dejado ir, y lo que no supimos valorar cuando teníamos, matando nuestro viejo yo para darnos vida nuevamente y de esta forma prepararnos emocionalmente con madurez a las nuevas cosas que vienen y con ello darle la bienvenida a nuestra siguiente primavera con nuevas esperanzas, ideas, sueños y todo aquello que nos hace únicos de entre todas las especies y aun hacen la diferencia entre nosotros mismos.
Arturo Castillo
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